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dc.rights.licensehttps://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5/ar/es_AR
dc.contributor.authorBeccar Varela, Matíases_AR
dc.date.accessioned2023-11-09T19:28:59Z
dc.date.available2023-11-09T19:28:59Z
dc.date.issued2023
dc.identifier.urihttps://repositorio.utdt.edu/handle/20.500.13098/12127
dc.description.abstractUno de los datos bien conocidos sobre la vida de Glenn Murcutt es que desde muy temprano se vio arrojado a los misterios del funcionamiento físico y biológico del mundo. Su padre, Arthur Murcutt, buscador de oro, había trasladado a su familia hasta un rincón olvidado de Papúa Nueva Guinea (Figura 1). Allí, nuestro futuro arquitecto vivió junto a sus hermanos una infancia en el corazón de la jungla, en una aislación prácticamente total, mientras el viejo Arthur cumplía con intuición y disciplina -y bastante éxito- los roles de geólogo, explorador, minero, botánico, constructor… A la manera de un predicador naturalista, el padre reunía a sus hijos y les recitaba pasajes favoritos de las obras de Thoreau, para luego llevarlos de excursión por un territorio tan inmediato como desconocido, haciendo coincidir la más cándida alegría por la exploración de los fenómenos naturales con una urgencia por descifrar las complejidades del entorno como puro método de supervivencia. Así es como Murcutt se transformó, según sus propias palabras, en un ávido intérprete de la Naturaleza: todo en ella eran signos, señales de causas concretas que remitían al tipo de suelo bajo sus pies, a los regímenes pluviales que transformaban esos suelos, a la mecánica evolutiva de las especies vegetales y animales, o, incluso, a las costumbres territoriales de una peligrosa tribu caníbal local, los Kukukuku. Al mismo tiempo, y sin haber entrado todavía en la adolescencia, el pequeño Glenn era iniciado en el fervor por las revistas de arquitectura de los años '40: las obras de vanguardia, en particular las de Mies, formaron parte de la amplia instrucción general que el niño recibió de aquel padre entusiasta y polifacético. La evolución de la carrera de Murcutt podría entenderse como la trabajosa imbricación de aquellos universos. Si bien el paisaje, la Naturaleza, encontraron un interlocutor fascinado y despierto siempre en él, su recorrido como arquitecto tendría que describir una lenta parábola para volver a verse con esas cuestiones en el centro de sus preocupaciones proyectuales. Mientras tanto Mies y Wright, Gordon Drake o Craig Ellwood, por nombrar los principales, funcionaron como vehículos prestados mediante los que el joven profesional recorrió de primera mano el legado global de su contemporaneidad disciplinar. Pero fue probablemente recién a los 37 años de edad, durante una extensa visita a la Maison de Verre, en París, cuando algo terminó de cuajar en su visión de la arquitectura.es_AR
dc.format.extentpp. 136-155es_AR
dc.format.mediumapplication/pdfes_AR
dc.languagespaes_AR
dc.publisherUniversidad Torcuato Di Tella. Escuela de Arquitectura y Estudios Urbanoses_AR
dc.rightsinfo:eu-repo/semantics/openAccesses_AR
dc.subjectNatural Historyes_AR
dc.subjectArquitecturaes_AR
dc.subjectArchitecturees_AR
dc.subjectHistoria Naturales_AR
dc.subjectArquitectura contemporáneaes_AR
dc.subjectContemporary architecturees_AR
dc.titleEl explorador y lo bello: una lectura de Glenn Murcuttes_AR
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/bookPartes_AR
dcterms.identifierISBN 978-987-46746-5-4
dc.subject.personGlenn Murcuttes_AR
dc.type.versioninfo:eu-repo/semantics/publishedVersiones_AR


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