Autos veloces, cuerpos limpios
Autor/es:
Ross, Kristin
Fecha:
2004Resumen
En la segunda película de Claude Chabrol, Les Cousins (1959),
un joven provinciano llega a París para estudiar Derecho y comparte
un departamento con un cínico, mundano y «nietzscheano»
primo. Mientras su vicioso primo lleva una vida social frenética,
el muchacho del campo pasa la mayor parte del tiempo en su
habitación escribiendo cartas tiernas y descriptivas a su madre en
el pueblo; momentáneamente agotado de esto, decide leer a
Balzac. El dueño de la librería está tan contento con su elección
(«todos los demás sólo quieren leer pornografía y novelas de
detectives») que le regala una copia de Ilusions perdues.
Françoise Giroud, una de las figuras claves detrás de la proliferación
de revistas femeninas en los años cincuenta en Francia,
recuerda en sus memorias cómo ella y la cofundadora de la
revista Elle, Hélène Lazareff, imaginaron a la lectora ideal de su
nueva revista cuando el primer número llegara a los kioscos. Esa
lectora imaginada por el staff de Elle era más bien joven, entre
los veinticinco y los treinticinco, cansada de las privaciones
de los tiempos de guerra, necesitada de frivolidad y habitante de
Angoulême. ¿Por qué Angoulême? No me acuerdo, dice Giroud.
Tal vez por Rastignac.