dc.description.abstract | La Pista de las Delicias se construye bajo dos principios predominantes: uno ético y otro estético.
Como manifiesta Frederick John Kiesle, la obra se plantea como la ejecución material de un acto “para
desafiar las barreras físicas y psicológicas convencionales encarnadas dentro de la topografía espacial
de la arquitectura”; y como Paul Klee, entiende la obra desde una perspectiva estética que anula su
carácter de símbolo, imagen o imitación, para producir lo imposible. En otras palabras, y desde un
pensamiento que parece infantil, la obra crea otras realidades o mundos donde la tensión entre dos
fuerzas es protagonista. Por un lado, la capacidad física del centro de ski de realizar un movimiento;
y por el otro, la propiedad de los templos de presentar urbanizaciones griegas que se consideraban
en extinción. Como dice Jacques Rancière, entre ambos se “crea una sola cosa y la misma respiración
de la comunidad”; y para hacerlo se abole el orden original del conjunto, redefiniendo las relaciones
entre lo visible y la actividad pasiva o activa. En este sentido, La Pista de las Delicias puede ser
analogado con la obra Narraciones para Cine de Andrei Tarkovski, quien publica el guión antes de ser
guión: una narración que no tiene las características tradicionales pero que, por seguir operaciones
técnicas, es una narración.
Lo que se escribe es el antes llamado 'visible' disfrazado de motivos de la obra francesa de
1986; y la 'actividad' a veces íntima, estrecha y estática, y otras dilatada y móvil de la obra en
Dubái. Ambos comercializados por un sistema de control que direcciona, climatiza y clasifica los
cuerpos. Estos últimos, lejos de ser accidentales, son en el Resort Building una puesta en escena casi
pictórica plasmadas en un plano real, material; y son en el Theme Park, la negación de una relación
con el exterior, el entorno de emplazamiento. La forma de los templos, de tendencia clasicista
pero falsa, crea un medio físico para contemplar y observar el espectáculo de un contexto urbano
inexistente; y la envolvente hermética de planos abovedados del galpón de ski, define una trayectoria
condicionada por su lectura visual. La mezcla de ambos lenguajes, altamente incongruentes, es un
anacronismo, pero no es un absurdo; puesto que en su estructura se repite un patrón de organización
tripartita, longitudinal, simétrica y extensiva desde un mismo centro de origen. En esta repetición
de operaciones, La Pista de las Delicias explota la oportunidad de conquistar la estructura de un
paisaje previamente desocupado, y del contraste entre el dinamismo de eventos con lo desolado del
territorio vacío. | es_AR |